Amo las comedias románticas porque siempre terminan bien. Se arman enredos, crisis, pero vos de afuera ves claramente la solución. De afuera se ve tan fácil, vos decís “él, por más que esté con otra, ama a su chica. Y ella, por más que lo niegue, también lo ama”. Y decís “déjense de dar vueltas y estén juntos”.
Out los terceros en discordia. En una buena comedia romántica se soluciona todo, y todos quedan felices y contentos.
Y después de todos los enredos al final los secretos se revelan. El que tiene que hablar, habla, el que se tiene que enterar, se entera. Todo se soluciona y final feliz.
Pero en la vida siempre algo enrula el rulo. La solución que está ahí, al alcance de la mano, siempre parece escaparse.Si uno viera de afuera la vida diría “no, no, no hagas eso ¿no te das cuenta que la solución estaba ahí?”.
No seas tarado, no hagas como que no hay tal crisis, no niegues más. “No tarado” dice uno, tenían la solución en las manos, pero el rulo siempre vuelve. Y eso hacemos en rulamos el rulo, y la solución es tan sencilla.
Somos unos bólidos que confundimos gordura con hinchazón, problema con solución.
El problema de la solución es confundir problema con solución. Es como creer que la tintura es el problema y la cana la solución.Somos así por naturaleza. Muchas veces cuanto más queremos solucionar algo más lo complicamos. Pero a veces la solución llega sola, en el momento menos pensado.